martes, 28 de abril de 2009

LA CIENCIA EN LA PRENSA (11).jlpm

REPORTAJE

El corcho. Cómo sacarlo a flote

FRANCESC RELEA 26/04/2009

¿Estamos dispuestos a abrir una botella de vino como abrimos una ‘coca-cola’? Suena a provocación, pero cada vez más bodegas abandonan el tapón de corcho. ¿Vive sus últimos días? La ciencia ha acudido en su ayuda. Entramos en el ‘imperio’ Amorim, en Portugal, la mayor corchera del mundo.

“La industria del vino no tendrá un gran futuro si vamos por este camino", pronostica el empresario portugués António Amorim, 41 años, presidente de Amorim y Hermanos y sobrino del carismático Américo Ferreira de Amorim (1934), gran timonel del grupo y el hombre más rico de Portugal, a quien la revista Forbes bautizó como el rey del corcho. Primer fabricante de corcho del mundo, la gigantesca corchera Amorim produce más de 3.000 millones de tapones al año, que suponen el 65% de todos los productos que salen de sus fábricas.


El alcornoque es el padre del corcho.

En Australia y Nueva Zelanda, la inmensa mayoría de vinos de menos de 25 dólares usa ya tapones de rosca de aluminio

Los únicos países donde realmente importa esta industria son España y Portugal, con el 80% de la producción

Américo Amorim, ‘el rey del corcho’, ocupa el puesto 132º en la lista ‘Forbes’ de millonarios del mundo

El corcho ha conquistado muchos mundos. Desde la Nasa y Airbus hasta marcas de moda como Dior y prada

"Nuestra industria irá bien si la del vino va bien. Pero ¿qué imagen quieren dar los productores de vino? Mire lo qué está pasando con los australianos, cuyos vinos tienen en su inmensa mayoría tapón de rosca", avisa Amorim. "Su producto se ha depreciado y hoy tienen serios problemas para su venta en el mundo. En el negocio del vino hay que apostar por la diferenciación, el valor añadido y el trabajo humano por encima del dinero. La botella de cerveza más cara del mundo tiene tapón de corcho, pero no hay ningún vino de alta calidad con tapón alternativo". Nadie puede imaginar una botella de Château Pétrus, de Vega Sicilia, de Brunello di Montalcino, de Penfolds Grange o de champaña Billécart-Salmon con un tapón que no sea de corcho natural.

La causa del surgimiento de competidores del tapón de corcho se llama 2, 4, 6-tricloroanisol, más conocido por las siglas TCA, producido por un hongo que crece naturalmente en el alcornoque. Durante siglos, el corcho fue el material indiscutible empleado como cierre de las botellas de vino. Nadie se atrevió a cuestionar su supremacía. Hasta que en los años ochenta el investigador suizo Hans Tanner, del Wädenswil Institute, descubrió un agente dañino en el corcho que, detectado en nariz y boca con un aroma y sabor a moho, arruina el vino. A veces la contaminación es evidente, pero en otras sólo olfatos muy sensibles son capaces de detectar el agente intruso. En cualquier caso, es un problema irreversible y más de una bodega se ha ido a pique por su culpa. La industria corchera tembló, y los fabricantes de tapones sintéticos, de aluminio, vidrio y otros materiales alternativos, creyeron llegada su hora.

El periodista y especialista en vinos George Taber, autor del libro To cork or not to cork, sostiene que el problema llegó muy lejos porque la industria portuguesa, que tenía prácticamente el monopolio del corcho, pasó olímpicamente de aquella denuncia, que en su día calificó de difamación. Los productores se sentían fuertes y no vislumbraban competidores en el horizonte. El primer tapón sintético irrumpió en el mercado en 1989 y poco a poco fue ganando terreno.

En países como Australia y Nueva Zelanda, la inmensa mayoría de vinos de menos de 25 dólares ha sustituido el tapón de corcho por el de rosca de aluminio. El 2 de octubre de 2002, Randall Grahm, propietario de los viñedos Bonny Doon, en Santa Cruz (California), declaró la muerte del corcho y escenificó con gran fanfarria diversos actos fúnebres en EE UU. La representación llegó hasta Manhattan. Un Buick 1937 de color gris se detuvo en la estación Grand Central neoyorquina. A los acordes melancólicos de una trompeta, cinco hombres descargaron un féretro donde yacía una silueta humana construida con tapones de corcho.

Pero el corcho no murió. Sus defensores iniciaron una batalla para combatir el temible TCA, desautorizar a los detractores y enterradores improvisados y recuperar el crédito de un producto centenario, cien por cien natural y reciclable. Portugal, el primer productor del mundo, asumió el liderazgo de la contraofensiva. El control de la producción forestal, la industria y la distribución estaba ya en manos esencialmente portuguesas. El gigantesco grupo Amorim invirtió fortunas en investigación y desarrollo y puso a sus laboratorios a trabajar a toda máquina para mejorar la calidad de los tapones. "El futuro depende de nosotros, y para ello hay que empezar a innovar", dice António Amorim, que en marzo de 2001, con 34 años, tomó las riendas del mayor negocio de corcho del mundo que le entregó su tío Américo.

Manuel Cabral, profesor en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Oporto, y con un doctorado por la Universidad de Glasgow, está al frente de un equipo de 10 personas en el departamento de I+D del grupo Amorim, un químico sueco, un enólogo, una farmacéutica, una ingeniero agrónomo y varios analistas en industria alimenticia, con el objetivo de luchar contra el TCA. En el laboratorio, cada mes analizan unas 14.000 muestras de corcho. Aquí se recetan las medidas curativas contra el enemigo número uno del corcho. La más reciente, el sistema Rosa, es la vaporización de las planchas de corcho en una cámara durante cuatro horas para liberar el TCA.

"Hemos conseguido reducir significativamente el TCA. El corcho es muy heterogéneo, y así es la contaminación de este material", explica Cabral, que tiene en marcha un plan para atacar "el problema de fondo, que está en el bosque". La idea es detectar el TCA en el suelo. Otra línea de investigación en el laboratorio que dirige Manuel Cabral es analizar uno a uno todos los tapones para detectar individualmente la presencia de TCA. "Empezaremos por los destinados a grandes vinos y luego seguiremos hacia abajo". Hoy, los investigadores del líder mundial del corcho saben ya qué ocurre en términos de permeabilidad del oxígeno en los distintos tapones.

La exposición del vino al aire es un quebradero de cabeza para todo productor. "Antes no necesitábamos conocer este dato, porque el tapón de corcho no tenía competidores. Hoy el mercado ha cambiado, con la irrupción del tapón de plástico y de rosca", explica Cabral. "Sabemos que con un tapón de corcho técnico entra oxígeno en la botella el primer mes y ya no entra más. Un tapón natural permite el ingreso de oxígeno durante un año. Un tapón sintético permite el ingreso de exceso de oxígeno dentro de la botella y se produce la oxidación. La cápsula de aluminio no permite que entre nada de oxígeno, lo que puede producir el efecto contrario, conocido como reducción. Ninguno de los dos es bueno para el vino. El corcho tiene una estructura celular que permite una permeabilidad gradual al oxígeno, de forma que el vino evoluciona en la botella".

"Estamos satisfechos con los resultados obtenidos hasta ahora, pero no estamos parados", dice Manuel Cabral, que viaja constantemente para divulgar los proyectos de investigación del grupo Amorim. China, Reino Unido, Italia... Según Cabral, el TCA está resuelto pero no erradicado.

El 'Quercus suber', o alcornoque, es un tesoro nacional en Portugal que hay que cuidar como tal. El corcho es 100% natural, 100% reciclable y portugués en un 53% (más de 600 empresas operan en este mercado). Todo un símbolo del orgullo de un país que no es líder mundial en muchos ámbitos. Es una industria que emplea a 12.000 personas, cuyas exportaciones en 2007 supusieron unos ingresos de 853,8 millones de euros, 2,3% del total del país y 0,7% del producto interior bruto (PIB). Con estos datos no debe sorprender que la ciencia haya sido puesta al servicio de la investigación de los secretos que rodean a este árbol fascinante.

La secuenciación del genoma del alcornoque es el proyecto más ambicioso del grupo Amorim. El objetivo es descubrir algunas enfermedades del árbol y sus causas, por qué hay corcho de mejor calidad que otro, y, lo que hoy es un sueño, acelerar el crecimiento del alcornoque para mejorar el rendimiento. Un proyecto que costará mucho tiempo y dinero.

Pero no sólo de tapones vive la industria del corcho. De las 28 fábricas que Corticeira Amorim tiene repartidas por tres continentes (Europa, África y América) salen todo tipo de productos de corcho, compuesto, granulado, aglomerado, caucho, revestimientos para suelo y pared, aislantes... El destino y las aplicaciones de este material no tienen límite. Pueden llegar muy lejos. La NASA (cliente de Amorim desde hace 15 años) y la Agencia Espacial Europea (ESA) utilizan en sus misiones corcho como escudo térmico y aislante de las vibraciones. Boeing y Airbus también lo usan.

En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, las embarcaciones Nelo, de reconocido prestigio y fabricadas en Portugal, obtuvieron 20 de las 36 medallas en juego a las que aspiraban en las pruebas de piragüismo. Estas canoas que se deslizan sobre el agua están revestidas en su interior de corcho, material que se combina con la fibra de vidrio y carbono, y resinas como el kevlar.

Otros muchos mundos han sido cautivados por el corcho, que está presente, por ejemplo, en los acabados interiores del prototipo F700 de Mercedes, en zapatos de lujo de Dior, y en marcas como Prada y Louis Vuitton. "Estamos buscando aplicaciones para la industria farmacéutica. Hay un potencial enorme", revela António Amorim.

De la misma manera que detrás de una botella de vino hay un proceso de elaboración más o menos delicado, cada tapón tiene una larga historia que empieza en el alcornoque, el único árbol revestido de corcho. En todo el planeta hay unos 2,3 millones de hectáreas de alcornoques, distribuidos por la región mediterránea con influencia atlántica del sur de Europa y norte de África. La península Ibérica acapara el 55% del área total. Portugal (736.000 hectáreas) y España (500.000) son los líderes, seguidos a gran distancia de tres países del Magreb (Marruecos, Argelia y Túnez), y de Francia e Italia.

El alcornoque se integra en la que puede considerarse última gran reserva natural de Europa, con un hábitat muy rico, con especies protegidas como el lince y el águila imperial, y un equilibrio entre una actividad socioeconómica lucrativa y la preservación del medio ambiente. Un estudio reciente de PricewaterhouseCoopers sobre el impacto ambiental de los distintos tipos de tapones concluye que el corcho es mucho más beneficioso que los otros materiales alternativos, sea el aluminio o los derivados del petróleo. La investigación de un año descubrió que las emisiones de dióxido de carbono -factor determinante del calentamiento global- durante el ciclo de vida de un tapón de aluminio son 24 veces superiores a las de uno de corcho natural. En el caso del tapón de plástico, la diferencia se reduce a 10.

De los bosques de alcornoques de São Brás de Alportel, en el Algarve, se extrae el que está considerado mejor corcho del mundo, denso y poco poroso. La ley establece que no se puede tocar un alcornoque hasta 25 años después de su plantación. La extracción o tiradia se realiza como hace 100 años, manualmente, durante el verano y cada nueve años. El sacador, maestro en el manejo de hachas de corte curvo, es el trabajador agrícola mejor pagado, 90 euros diarios.

La primera plancha de corcho que se obtiene no tiene la calidad suficiente para un tapón. El segundo descorche tampoco sirve para producir un tapón de calidad. Hay que esperar hasta la tercera extracción, del llamado corcho reproducción. Es decir, desde que nace un alcornoque transcurre casi medio siglo (25 años iniciales, más dos periodos de nueve años) para tener un tapón. "Es un producto natural que tarda casi 50 años en llegar al consumidor, y todo ha sido procesado manualmente. No hay una joya igual", dice Carlos de Jesús, director de comunicación de Corticeira Amorim. Las planchas extraídas pasan a unidades de tratamiento, donde el corcho es cortado (rabaneado), cocido, seleccionado y almacenado. Posteriormente se lleva a las fábricas de transformación, donde gran parte se destina a tapones y revestimientos. Los residuos son aprovechados en granulados de distinto tipo. Incluso el polvo, quemado, es utilizado en la cogeneración de energía.

Los únicos dos países donde realmente importa el corcho son Portugal y España. Ambos suman el 80% de la producción mundial y el 98% de la transformación, y sin embargo apenas trabajan conjuntamente. "Portugal ha asumido tal liderazgo que actúa demasiado solo", reconoce el presidente de la primera empresa del mundo. António Amorim admite algo más chocante viniendo de su boca: "Portugal no ha sido siempre el mayor productor y transformador de corcho del mundo. Hasta los años cincuenta y sesenta era exportador de materia prima, porque Cataluña lideraba en aquellos tiempos la transformación del corcho. Hay más tradición de corcho en Cataluña que en Portugal". Pero en 1936 estalló la Guerra Civil y España perdió el tren que, con toda seguridad, le habría llevado a consolidar el liderazgo en el mundo del corcho.

Hoy esta posición la ocupa cómodamente el imperio Amorim, apellido indisociable de la producción del corcho, que ha extendido sus tentáculos a otros sectores: energía (controla el 33,3% de la petrolera Galp), banca (25% del Banco Internacional de Crédito y 7,8% del Banco Popular, de España), construcción (49% de Cimangola), telecomunicaciones móviles (Telecel, hoy Vodafone), Inversiones e Iniciativas (Amorim Imobiliária, vendida después a Inmobiliaria Chamartín), hostelería y turismo, vinicultura (en 1999 compran una de las ancestrales bodegas de vino de Oporto, la germano-británica Burmester, establecida en Portugal desde 1730, y 85 hectáreas de la Quinta Nova de Nossa Senhora do Carmo, en pleno valle del Duero), y la reciente creación de un fondo de inversión para comprar empresas en crisis a precio de saldo. Américo Amorim ocupa el lugar 132 en la lista de millonarios de Forbes, que evalúa su fortuna en 7.000 millones de dólares (5.375 millones de euros).

António Amorim, sobrino y brazo derecho del patriarca don Américo, explica que la evolución del grupo y la salida a Bolsa en 1988 no han alterado el cariz original de la empresa. La familia controla el holding en un 70%. "Preservamos la identidad familiar. De filosofía, nada; aquí estamos para gestionar un negocio", dice.

La familia Amorim inició su actividad en la fabricación de corcho en el siglo XIX. António Alves Amorim abrió la primera fábrica de tapones en 1870 junto al muelle de Gaia, en Oporto. Sus socios lo traicionaron, y en 1922, de la mano de la esposa, Ana Pinto Alves, y sus hijos, nació en Santa María de Lamas una nueva empresa -Amorim & Irmaos-, con nueve socios, todos de la familia. La empresa fue viento en popa, y en los años treinta se presentaba en sus tarjetas de visita como "la mayor fábrica de tapones del norte de Portugal".

En 1963 nació Corticeira Amorim, para la producción de triturados y aglomerados, que se unió a Amorim & Irmaos, para tapones y discos. En menos de 10 años, la corteza transformada alcanzó un valor monetario del 74,7% del total de las exportaciones de corcho de Portugal. En abril de 1974, la revolución de los claveles acabó con una larga dictadura. Fue una época turbulenta, y muchos empresarios fueron expropiados y se marcharon.

Américo Ferreira de Amorim (quinto de ocho hermanos) y su familia se quedaron en Portugal y en 1978 abrieron nueva fábrica -Ipocork-, de revestimientos de corcho, y en 1982 fundaron Champcork, de tapones de champán. Amorim fue pionero de la banca comercial privada en el Portugal posrevolucionario, con la fundación del BCP y más tarde del BNC, integrado hoy en el Banco Popular Español, del cual es el mayor accionista individual. El joven Américo ya había mostrado gran habilidad para los negocios, sin temor a cruzar fronteras y a establecer alianzas a contracorriente. En 1958 solicitó un pasaporte para viajar a la antigua URSS, poco menos que el infierno en tiempos de la dictadura salazarista. Qué solicitud más extraña, pensaron en la Junta de Freguesía de Lamas, en el Ayuntamiento de Feira, en el Gobierno Civil de Aveiro y en el Ministerio del Interior. Amorim consiguió el visado y pasó dos años viajando por la URSS y los países del telón de acero. Un mercado inmenso por explorar. A base de paciencia, se ganó la confianza de sus interlocutores soviéticos, y poco a poco empezaron a llegar los pedidos de corcho.

Crítico con el llamado "condicionamiento industrial", que reguló la política económica portuguesa durante 40 años de salazarismo, Américo Amorim se quejaba del choque "entre el deseo de hacer industrias y la posibilidad real de poder invertir en mi país, en un producto eminentemente portugués". En plena guerra fría, cargamentos de corcho de Amorim, siempre sin el sello Made in Portugal, circularon, a través de la Austria neutral, hacia la Unión Soviética, la República Popular China y la mayoría de naciones comunistas. Siempre de forma segura y rentable. Grupo Amorim se convirtió en el primer exportador portugués a los países del Este.

lunes, 30 de marzo de 2009

LA CIENCIA EN LA PRENSA (10).jlpm

TRIBUNA: GONZALO PONTÓN

La perplejidad de Darwin

GONZALO PONTÓN 29/03/2009

Durante los próximos meses asistiremos a la publicación de varias ediciones conmemorativas de los 150 años de El origen de las especies, que se dio a las prensas cuando su autor, Charles Darwin, iba a cumplir 50. Es justo que sea así. De la carismática trinidad progre (Darwin, Marx, Freud), ninguno ha podido derrotar al tiempo como el primero.

Como la ciencia ha desmontado el relato del Génesis, se han inventado lo del diseñador inteligente
El aparato reproductor es una galería de chapuzas y un campo minado

Aunque quedan algunos detalles por ajustar que no afectan a su esencia, la teoría de la evolución ha sido verificada hasta la saciedad desde el registro fósil a la genómica comparativa, y hoy es un hecho científico tan indiscutible como la existencia de los átomos o la de los agujeros negros.
Indiscutible, pero no indiscutido. Las Iglesias cristianas, judías y musulmanas no pueden aceptar la teoría de la evolución porque, según sus libros santos, un dios primordial omnipotente y omnisciente lo creó todo en seis días (o en seis mil millones de años, que en lo de la cronología los clérigos más espabilados se apuntan a la metáfora).

Acuciados por los descubrimientos científicos que han ido desmontando, pieza a pieza, la narración del Génesis y todos los mitos de creación existentes, ciertos fundamentalistas religiosos han propuesto, como explicación "científica" alternativa a la evolución, la existencia de un diseñador inteligente, en un remake de la vieja narración bíblica, pero sustituyendo al Anciano de los Días por, digamos, un Enric Satué o un Alberto Corazón todopoderosos.

La teoría de Darwin se asienta en cuatro pilares fundamentales: la evolución, el gradualismo (con las matizaciones de Stephen Jay Gould y Niles Eldredge), la especiación y la selección natural. A estos cuatro pilares, el profesor Jerry A. Coyne, que acaba de publicar un libro titulado Why Evolution is True, añade un quinto que me parece irrefutable: "La imperfección es la marca de la evolución, no la del diseño consciente". En efecto, la evolución produce criaturas imperfectas, inacabadas. Los mecanismos evolutivos han dotado al kiwi de unas alas sin función; la mayoría de las ballenas conservan vestigios de pelvis y huesos de las patas como recuerdo de su pasado de cuadrúpedos terrestres; los humanos contamos con músculos para accionar una cola ya desaparecida, erizar plumas de las que no disponemos (la "carne de gallina") o mover cómicamente las orejas.

Por no hablar del famoso apéndice, muy útil para que nuestros abuelos primates pudieran hacer fermentar las hojas de los árboles y transformar su celulosa en azúcares. ¿Qué función desempeña en los humanos aparte de ponerles, a veces, en riesgo de muerte? Tal vez el diseñador inteligente haya sidoun cirujano avispado. ¿Sabían ustedes lo del nervio laríngeo de los mamíferos?

Yo tampoco, pero el profesor Coyne lo explica de maravilla: el tal nervio interviene en la fonación, pero en vez de ir directamente del cerebro a la laringe, desciende hasta el pecho, gira alrededor de la aorta y regresa a la laringe en un recorrido tres veces mayor del necesario. Fascinante. Pues ese nervio hace lo mismo en las jirafas, bajando y subiendo por su cuello como un taxista sin GPS. Ninguna deidad que se precie sería tan despistada. Lo que sucede es que el nervio laríngeo procede de los arcos branquiales de nuestros antepasados, los peces, y allí sí cumplían una función.

El aparato reproductor de los humanos es una galería de chapuzas y un campo minado.
¿Por qué los testículos no se forman directamente fuera del cuerpo, donde la temperatura es adecuada para los espermatozoides? Se forman en el abdomen, y cuando el feto tiene unos siete meses emigran al escroto a través de los canales inguinales, debilitando las paredes abdominales con el riesgo de causar hernias, a veces mortales. La uretra está muy mal diseñada, porque pasa por medio de la próstata, y cuando ésta se inflama dificulta o impide la micción.

Las mujeres paren a través de la pelvis en un proceso doloroso e ineficaz, porque es demasiado estrecha (por necesidades de la locomoción bipedal) para un cráneo que ha debido ensancharse para acoger el crecimiento del cerebro. Desde luego, el diseñador inteligente no era una mujer. Y ya que estamos hablando de los bajos, si usted fuera diseñador, ¿habría colocado una planta procesadora de residuos junto a un parque de atracciones?

Pero además, Darwin ya previó algo extraño en la selección natural, y es que no siempre actúa en bien de la especie. A veces la evolución puede producir resultados útiles para un individuo, pero perjudiciales para la especie en su conjunto. He aquí un ejemplo fastuoso aportado por el genio de Forges (EL PAÍS, 22 de febrero): en el dibujo aparece un obispo o cardenal (¿Rouco? ¿Camino?) de gesto avinagrado que Darwin observa entre perplejo y azorado. ¿Por qué razón?
Porque ve, como Forges y como yo, que aquí la selección natural no ha jugado en favor de la especie.

Si la selección natural "apaga" los genes más perjudiciales y activa los más favorables, ¿por qué existen los eclesiásticos? Si a través de la evolución y de la cultura, el animal humano ha mejorado la calidad de su vida, ha ampliado el alcance de su inteligencia y ha conseguido dotarse de una consciencia ética que le impulsa a amar a sus semejantes, a respetar sus vidas y sus libertades, y que le reprocha íntimamente, insoportablemente, sus miserias y su capacidad para el mal, ¿cómo es que no se ha desembarazado de los clérigos?

¿Qué función evolutiva tienen esos oscuros intérpretes de unos dioses atávicos que envían a niños-bomba a matar y ser muertos?

¿Por qué sobreviven seres inmorales capaces de engañar a sabiendas a los más débiles y desvalidos de los humanos diciéndoles que los preservativos pueden aumentar el riesgo de contraer el sida?

Sólo desde Darwin puede explicarse la existencia de tales criaturas: deben de ser vestigios de nuestros antepasados los reptiles.

Gonzalo Pontón es el consejero delegado de CRÍTICA.






domingo, 22 de marzo de 2009

LA CIENCIA EN LA PRENSA (8 y 9).jlpm

REPORTAJE

Más miedo al clima que al átomo

Ya hay casi tantos europeos a favor como en contra de la energía nuclear - El riesgo por el calentamiento global se percibe más cercano que el temor a otro Chernóbil

LUIS DONCEL EL PAÍS, 18/02/2009

Rusia cortó este invierno el suministro de gas y millones de europeos, desde Eslovaquia hasta Bulgaria, tiritaron de frío. El pulso comercial que Moscú echó a Ucrania el pasado mes de enero puso de manifiesto una vez más las carencias del modelo energético de muchos países europeos. La dependencia de regímenes de dudosa fiabilidad, como la propia Rusia o los Estados árabes, empuja a los ciudadanos de la UE a mirar con menos reticencias la antes denostada energía nuclear. Incluso algunos ecologistas se han subido al carro.

Los españoles son aún de los europeos más reacios a las centrales
Los ecologistas denuncian una campaña de lavado de cara del sector

Suecia ha sido el último país en renovar su confianza en los reactores. Un referéndum celebrado hace tres décadas fijó 2010 como el año de cierre de todas las plantas. Pero el Gobierno de centro-derecha decidió a principios de mes mantener sus 10 centrales en funcionamiento y dotarlas de nuevos reactores, en esta ocasión más potentes. Según una encuesta publicada por el periódico Dagens Nyheter, dos tercios de los suecos apoyan esta iniciativa.

Pero no es sólo Suecia. Francia, el campeón nuclear en Europa con cerca de un 80% de electricidad generada a través de la temida energía, construye un reactor de nueva generación. Finlandia, también. Y el Reino Unido invitó el año pasado a varias empresas a levantar nuevos reactores en plantas ya en funcionamiento. El Foro Nuclear, grupo que funciona como lobby de esta industria, contabiliza 44 reactores en construcción en todo el mundo, a los que se sumarán 200 centrales ya planificadas.

La última encuesta de la Comisión Europea sobre la actitud de los ciudadanos hacia la energía, publicada en julio del año pasado, arrojaba un empate técnico entre favorables y contrarios a la nuclear. Por primera vez, los que se declaraban partidarios pisaban los talones a los detractores con una diferencia de tan sólo un punto porcentual. En tres años, las voces afirmativas han pasado del 37% al 44%.

España, por su parte, permanece como reducto antinuclear. Las encuestas -ya sean del Centro de Investigaciones Sociológicas o de instituciones privadas como el BBVA- son tozudas: reflejan una aplastante mayoría de ciudadanos en contra. Con un apoyo de tan sólo el 24%, los españoles se resisten a abandonar la cola de aceptación nuclear entre los europeos.

Pero incluso en España el porcentaje de voces favorables ha aumentado en estos tres años. Un incremento de ocho puntos, ligeramente por encima de la media comunitaria. Y eso que la comparación se hace entre las respuestas dadas en 2005 y el año pasado; es decir, antes de que se desencadenara la crisis del gas. La razón para este viraje no hay que buscarla sólo en los cambios de humor de los dirigentes rusos. Los movimientos ecologistas denuncian que el lobby nuclear ha emprendido una campaña de lavado de imagen que, en muchos aspectos, está cosechando sus frutos.

La preocupación por el cambio climático hace que muchos se inclinen por una energía que, al menos durante su proceso de producción, no emite dióxido de carbono. "Los riesgos nucleares (accidentes, problemas con el almacenamiento de los residuos en el futuro) son sólo hipotéticos. Pero los del cambio climático se perciben como reales, tangibles e inminentes. Por ello, la resistencia hacia la energía nuclear se ha disuelto poco a poco entre todos los segmentos de la población", apunta Paul Isbell, del Real Instituto Elcano.

Pero más allá del viejo y polarizado debate nuclear sí / nuclear no, es patente un nuevo acercamiento, desde puntos de partida más desideologizados y sin prejuicios. "Se ha roto un tabú. Hemos pasado de posiciones dogmáticas simplistas a otras más reflexivas. Parafraseando el eslogan del referéndum de la OTAN, ya no se dice 'de entrada no'; sino 'ya veremos", apunta el sociólogo Víctor Pérez Díaz, autor junto a Juan Carlos Rodríguez del libro Energía y sociedad.

Para gran parte de la generación que alcanzó la mayoría de edad en los años de la transición, oponerse al franquismo suponía rechazar también la energía que el dictador había traído a España. La movilización ciudadana llegó a su punto álgido tras la muerte de Francisco Franco, con manifestaciones que llegaron a reunir a más de 100.000 personas. ETA intervino en la campaña matando a cinco trabajadores. Entre otros, la banda secuestró y asesinó en 1981 a su ingeniero jefe, José María Ryan.

La oposición a la central de Lemóniz marcó a principios de los ochenta un hito en el movimiento del nuclear no, gracias. El recién elegido Gobierno socialista paralizó la puesta en marcha de esta planta vizcaína en 1982, dos años antes de decretar una moratoria para toda España. Sin embargo, Felipe González, el presidente que firmó esa decisión, considera hoy "ineludible" reabrir el debate nuclear en la UE.

"Se ha perdido esa identificación ideológica. Te puedes encontrar con ecologistas defensores de lo nuclear y conservadores que lo atacan, pero no por razones medioambientales, sino porque creen que no es viable desde el punto de vista económico", dice Llorenç Serrano, responsable de Energía de Comisiones Obreras. El anterior líder de este sindicato, José María Fidalgo, ya había escandalizado a no pocos izquierdistas con su defensa de lo radiactivo.

Lo hace con la boca pequeña, pero el Gobierno socialista también ha matizado en los últimos años su postura. En la campaña de 2004, el PSOE prometió cerrar las nucleares en 20 años; y en el debate sobre el estado de la nación de 2005, Zapatero anunció un "calendario de cierre". Las ideas ahora no están tan claras. Aunque el secretario de Medio Ambiente, Hugo Morán, apuntó ayer el próximo cierre de Garoña, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, afirmó hace 10 días que no existe un compromiso. "El programa electoral dice que no va a haber nuevas centrales y que se mantendrá la vida útil de las ocho existentes. Queda por definir cuál es ese horizonte de vida útil", dijo.

Y es que, como señala Llorenç Serrano, el debate en España se reduce ahora a ver qué pasa con las ocho centrales en funcionamiento. El próximo 5 de julio vence el permiso de explotación de Garoña (Burgos). "No tiene sentido hablar de nuevas plantas porque no hay ningún grupo financiero dispuesto a abordar una inversión de tal magnitud. Si hubiera una propuesta concreta podríamos iniciar un debate. Pero lo cierto es que sin ayudas públicas no habrá nuevas centrales económicamente viables", afirma el responsable de CC OO.

Es verdad que la herencia de la lucha antifranquista contribuye a explicar por qué los españoles son de los más reacios de Europa; pero no basta con la historia. Luis Atienza, presidente de Red Eléctrica, apunta en otra dirección: "Aquí percibimos menos los problemas de suministro. Nuestro sistema eléctrico funciona razonablemente bien, porque su funcionamiento no ha sufrido quiebras importantes en los últimos años. Además, la apuesta por las renovables hace que se perciban como una fuente alternativa a la nuclear. Esta confianza es positiva, pero si desaparece la inquietud puede que creamos que las reformas para ampliar nuestro mix energético son innecesarias", alerta.

Este ex ministro socialista apuesta por reducir la intensidad de consumo y ahondar en las renovables, pero también por no renunciar a la nuclear. Y avisa de que el debate sobre un asunto tan estratégico se hace desde una sociedad que parte de unos conocimientos muy rudimentarios de la materia.

"No muchas personas saben que el 20% de la electricidad que consumen es de origen nuclear. Cuando se le pregunta a la gente de dónde viene la energía que le rodea, las respuestas se dividen entre los que creen que viene de la montaña o del mar", bromea.

Aumentan los apoyos en toda Europa, pero la radiografía sociológica de los distintos grupos sociales permanece relativamente invariable, según los Eurobarómetros que Bruselas realiza desde 1998: las mujeres son más antinucleares que los hombres; los de izquierdas más que los de derechas; los jóvenes, que los mayores...

Si se buscara dentro de los confines de la UE el arquetipo del perfecto pronuclear, el resultado sería un hombre lituano o checo, mayor de 55 años, de derechas, con más de 20 años de estudios, un puesto de jefe en su trabajo y que se considera informado sobre residuos radiactivos. En el extremo opuesto, en el de los opositores, abundan las mujeres, con una edad entre 25 y 54 años, que se definen de izquierdas y con un nivel educativo y de información sobre energía menor. Acompañan a España en la lista de países más reacios Irlanda, Portugal, Grecia, Malta y Chipre.
A Carlos Bravo, de Greenpeace, le gusta desmontar las verdades de la campaña que, según él, ha iniciado la industria nuclear para conseguir su objetivo último: convencer a los Gobiernos de la necesidad de subvencionar nuevas centrales. "Se repiten siempre los mismos argumentos. Incluso con los mismos personajes, como Patrick Moore, uno de los fundadores de nuestra organización que se ha reconvertido al otro bando. La industria necesita que esta campaña tenga éxito porque si no consigue en los próximos años una docena de nuevos encargos, tendrá que cerrar".

Bravo enumera los puntos flacos de los argumentos que esgrimen los que alaban las bondades de los reactores: "Dicen que los rusos no son fiables para proveernos de gas, pero el uranio necesario para producir energía nuclear también viene de Rusia; dicen que es la solución al cambio climático, pero no veo ningún banco dispuesto a invertir las enormes cantidades necesarias para poner en marcha nuevas plantas; decían que era la única alternativa porque el petróleo estaba a 150 dólares el barril, pero ahora que ha caído a 45 ya no oigo esos argumentos...".

Una de las principales destinatarias de estos dardos, María Teresa Domínguez, presidenta del Foro de la Industria Nuclear, niega la existencia de campañas. "Los profesionales nucleares somos un desastre como lobby. El creciente apoyo se debe a necesidades reales, no a presiones. No se trata de dejar de lado otras fuentes, sino de que cada país estudie sus circunstancias y el mix que necesita. Suecia se vuelca ahora en esta energía, pero sigue diciendo que su objetivo es llegar a un 40% de renovables", señala. La organización que preside no sólo defiende mantener la continuidad de las centrales en funcionamiento, sino construir nuevas unidades.

El renacimiento de una energía que parecía languidecer está sometido a los vaivenes de una opinión pública, como denuncia el libro de Víctor Pérez Díaz, con un conocimiento muy superficial de la materia. "Las respuestas de los encuestados variarían sensiblemente si se les preguntara en los días siguientes a la crisis del gas ruso o tras la publicación de los problemas de seguridad de la central catalana de Ascó", dicen en Greenpeace.

Accidentes como el de la Isla de las Tres Millas en EE UU en 1979, o la catástrofe de Chernóbil en la antigua URSS en 1986 contribuyeron a configurar una opinión pública muy concienciada contra esta energía. Han pasado 23 años desde que el reactor 4 de la central atómica V. I. Lenin, en territorio de Ucrania, desencadenara una emisión de radiactividad 200 veces mayor que la de las bombas de Hiroshima y Nagasaki con las que concluyó la II Guerra Mundial. Y muchos ya lo han olvidado.

Comentarios

Atomo - 18-02-2009 - 17:53:11h
En primer lugar, la energía nuclear es la más barata, en cuanto a su combustible, solo hay que meterse en páginas oficiales y comprobarla, si es una de las más caras en costes fijos, construcción y demás, pero en sus 40 años de vida, se amortiza de sobra (puede llegar a 60 años como en EEUU). La energía más cara..es la eólica y por supuesto la solar..Pero no nos damos cuenta ya que el estado las subvenciona..Aunque solo tenéis que ver vuestras facturas y ver el impuesto gracias a estas improductivas energías...veremos a ver cuando les quiten las subvenciones que todos pagamos....ecológicamente no hay color..La nuclear es la mas limpia...y como siempre seremos los últimos en montarnos en el tren de la energía nuclear..E importaremos tecnología y demás...como dicen los franceses..energía nuclear energía verde...(por algo son los que tienen la factura de luz mas barata, 80% producida nuclear).....

Tarmagg - 18-02-2009 - 16:36:49h
La energía nuclear no es barata, todo lo contrario. De hecho en España el gobierno paga a las empresas que la producen por la diferencia entre lo que paga el consumidor y el coste de producirla. ¿Por qué nos la quieren vender como inocua (Chernobil y las distintas fugas que ha habido este año dicen lo contrario), limpia (qué ocurre con los residuos? por qué no miramos lo que ha ocurrido en el lago de Aral?) e ilimitada (¿seguro? ¿El uranio es ilimitado?) Hay alternativas viables, eficientes y realmente mucho más limpias. Dejemos de dar vueltas a la energía nuclear e invirtamos en futuro, no en pasado.

Vengalas - 18-02-2009 - 15:02:23h
Los que tachan de "maligna" la energía nuclear, a mi parecer, es por desconocimiento. Tendemos a poner al hombre como centro del universo y decimos que es que la radiactividad de los residuos dura cientos de años. Pero que son cientos de años comparado con la edad de la tierra, es como si por ejemplo, le preguntaran a una mariposa, cuya vida media se sitúa en 5 días si el árbol en el que se posa está vivo, la mariposa respondería yo llevo 5 días y no lo vi moverse. En la historia de la energía nuclear sólo hubo 2 accidentes de más 1000 centrales nucleares construidas (creo recordar), y ambos accidentes debido a fallos de diseño. Los accidentes de tráfico son mucho más peligrosos y no prohibimos los coches, vamos a espectáculos de fuegos artificiales hecho de la misma pólvora con que se hacen las bombas que se utilizan en las guerras y sin embargo se nos sigue abriendo la boca cuando se ilumina el cielo de colores. El mundo en general, y España en particular, tiene un déficit muy importante de energía eléctrica a medio plazo, y hay que considerar, entre otras, la energía nuclear como solución a este déficit. ¿Ecologismo?, ¿alternativa de la energía eólica?, hablamos de la contaminación que producen los camiones que transportan las piezas de los molinos, las pistan que se deben abrir en la naturaleza para que pasen estos o hablamos de los cables de alta tensión, las aves que se tropiezan con sus aspas, o quizás de los montes que en vez de ser repoblados de árboles los son de molinos de viento. Podemos hablar de mareomotriz y de como afecta a los animales acuáticos migratorios. Sentido común.

maria - 18-02-2009 - 14:42:59h
El centrarse los medios únicamente en la contaminación por CO2, con el boom mediático del calentamiento global, invisibilizando la contaminación radioactiva que se está acumulando en el planeta y que dura 25000 años, ha servido para introducir de nuevo la idea de la energía nuclear. Están convenciendo a la población con el mismo mecanismo que nos ha conducido a la crisis económica actúa, que consiste en no ver lo que no se quiere ver hasta que la situación revienta y ene l caso de al energía nuclear nos estamos jugando la salud de generaciones y generaciones futuras. No se habla de la contaminación radioactiva global porque no conviene a los grandes intereses económicos que quieren implantar para que se enriquezcan aún más unos pocos aunque como siempre sea a costa de los demás.

Ansl - 18-02-2009 - 14:11:22h
Somos los últimos en volver a la energía nuclear y eso significa que ni siquiera participaremos en los desarrollos tecnológicos para producir reactores de nueva generación, con lo que acabaremos por importar tecnología... como siempre.


antonio - 18-02-2009 - 10:38:03h
La energía nuclear no es segura (aunque la probabilidad de accidente es baja, el impacto de un sólo accidente es muy elevado) ni rentable (ya que no se le imputa el coste de mantenimiento de los residuos durante los miles de años que siguen siendo peligrosos). Sólo es rentable para aquellas empresas que construyen o explotan las centrales, ya que los costes no imputados a esa energía los pagamos entre todos fuera de la tarifa eléctrica. Puestos a subvencionar, lo lógico es subvencionar las energías menos contaminantes como la eólica o la solar (preferentemente sobre tejados o en pequeñas extensiones), y no energías potencialmente tan dañinas como la nuclear

tt - 18-02-2009 - 10:34:07h
Los reactores nucleares no son económicamente viables (a no ser obviamente que se aplique la misma receta que a los bancos, los gastos los paga el estado y el beneficio se lo queda la eléctrica) y además el uranio (el combustible nuclear) que existe en el mundo es tan limitado como el petróleo cuando se considera el medio y largo plazo. ¿El silicio es contaminante? ¿Que crees que es el cristal? Tranquilo que ni es contaminante ni va a faltar dentro de 50 o 100 años como el petróleo o el uranio.


Ambientologo - 18-02-2009 - 10:24:23h
El reportaje, aunque bien enfocado, nos presenta una diatriba entre calentamiento global o energía nuclear, cuando no es exactamente así. Existen otras muchas alternativas rentables y respetuosas con el medio ambiente. Actualmente la energía nuclear es rentable ya que no tienen internalizados los costes de la gestión de los residuos dentro de los costes de producción. Además, para más inri, en España, no existe la gestión de los residuos alta actividad.

Colefruto - 18-02-2009 - 05:05:50h
Margen de error ¿Qué hubiera pasado si en lugar de volar las torres gemelas hubieran estrellado un avión o un misil contra una central nuclear? El mundo es hoy más peligroso que en la época de Chernobil y está lleno de locos, de terroristas y políticos dispuestos a poner este planeta patas arriba. El margen de error es 1%, más que suficiente para acabar con la humanidad.

Sin comentarios - 18-02-2009 - 13:59:54h
Países productores de uranio: Hay 18 países productores de uranio en el mundo, 52% de la producción de 2003 fue producida en Canadá y 30% fue producida en Australia. Los 4 primeros productores de uranio representan 56 % de la producción mundial, y los 2 primeros representan 33% de la producción mundial. - En 2003 los grandes países productores de uranio son : el Canadá ( 10457 toneladas ), Australia ( 75 72 ),El Kazajstán ( 3300 toneladas ) , Nigeria ( 3143 ), Rusia ( 3150 toneladas ), Namibia ( 2036 toneladas ), El Uzbekistán ( 1770 toneladas ), EE UU ( 846 toneladas ), Ukrania ( 800 toneladas ), África del sur ( 824 toneladas ) y China ( 750 toneladas )

Fran - 18-02-2009 - 11:55:42h
"incluso algunos ecologistas se han subido al carro". Hay ecologistas en el "carro" desde el principio... a no ser que contemos solamente como ecologistas a los hippy-progres que viven en el mundo de la piruleta. Se puede ser ecologista y no vegetariano/vegano. Se puede ser ecologista y estar en contra de los campos eólicos o dudar del beneficio ecológico de la fabricación de paneles para aprovechar la energía solar (...y no somos pocos). Pero a veces hay que valorar la opinión de los expertos (siempre que no sean juez y parte, claro), no solo la de gente con buena voluntad. Hay riesgo con la energía nuclear, habría que ser estricto con las normas de seguridad y los desechos, pero si se compara con la seguridad, impacto (de extracción de energía y de fabricación/desecho de sus componentes) etc. de otras fuentes de energía, la nuclear no queda mal parada. Después habrá opiniones para todos los gustos, eso nadie lo duda.

ASN - 18-02-2009 - 11:51:37h
Desgraciadamente no estamos solos en un mundo limpio de energía nuclear. Con la factura que pagamos a Francia por la energía eléctrica que importamos de allí, les ayudamos a financiar su tecnología nuclear... y no solo la pacifica.

Átomo - 18-02-2009 - 11:49:38h
A todos los que dicen que la energía nuclear no es rentable: en España con precios intervenidos, no se acometen las inversiones según su rentabilidad real. La energía menos rentable es la eólica y la solar. Las subvenciones son altísimas y están creando una casta de terratenientes subvencionados por todos los españolitos. Si ninguna energía se subvencionara, serían las empresas las que elegirían su mix energético, y con toda probabilidad casi todas querrían hacer nucleares.

Alfredo - 18-02-2009 - 11:26:56h
Si los romanos hubieran utilizado la energía nuclear nosotros estaríamos ahora gestionando sus residuos, ¿es ese el legado que queremos dejar a los que vengan detrás? Existen otras alternativas que en este momento socioeconómico-medioambiental reducen emisiones creando empleo, estas alternativas pasan por políticas de ahorro y eficiencia energéticas y de una apuesta clara y firme por un sistema de generación 100% renovable. La energía nuclear es una energía sin futuro, especialmente para los españoles que NO tenemos uranio autóctono rentable, ni tenemos las patentes, es una energía que nos hace 100% dependientes del exterior.




TRIBUNA: ANA PALACIO

Nucleares: la cuestión de los residuos

ANA PALACIO EL PAÍS, 20/03/2009

El debate sobre la energía nuclear se ha abierto en España: no hay día que los medios de comunicación no lo aborden, mientras se multiplican declaraciones de líderes de opinión sindicales, empresariales y políticos. Es una buena noticia. En efecto, España, la sociedad española, no puede mantenerse al margen del debate energético, de trascendental importancia para el futuro de la UE; y en este orden de ideas destaca, como recogía este diario recientemente, la evolución de la opinión pública en nuestro país (Más miedo al clima que al átomo, EL PAÍS, 18-2-09).

Un 96% del combustible de uranio usado es reciclable. Es fuente de energía limpia
Obama cree que el almacenamiento definitivo no es la mejor solución

Pero la ecuación energética no puede plantearse en términos nacionales, ni siquiera regionales de UE. Ha de resolverse con perspectiva mundial; y la solución que demos colectivamente a la ecuación energética mundial es elemento clave para el éxito del proceso de globalización que para no descarrilar debe ser incluyente (promoviendo el desarrollo económico de los miles de millones de seres humanos que hoy viven en la pobreza abyecta y la exclusión) y sostenible, en el doble sentido de afrontar eficazmente el cambio climático y mantener nuestra competitividad. En este contexto, no podemos olvidar que, incluso desde las proyecciones más optimistas en cuanto a avances tecnológicos, no hay hoy por hoy solución a esa ecuación que no pase por incluir la energía nuclear en el arco tecnológico.

Distintos aspectos de la energía nuclear requieren nuestra atención. Entre ellos, destaca la cuestión de los residuos; o más propiamente, la cuestión del combustible usado. En España, unas 4.000 toneladas de combustible nuclear usado se encuentran hoy depositadas "provisionalmente" en el perímetro de las seis centrales nucleares, mientras se halla en fase de proyecto la creación de un "Almacén Temporal Centralizado" (ATC).

La lógica pregunta sobre el porqué del carácter transitorio del depósito enmascara otra aún más fundamental: ¿es el combustible usado un "residuo", en el sentido que a esta voz da el DRAE: "material que queda como inservible después de un trabajo u operación"? Pues bien, la realidad tanto científica como económica es que no se puede calificar de residuo; no se trata de combustible "gastado", sino solamente "usado" al que todavía se le puede sacar mucha utilidad. Contando verdades: un 96% del combustible de uranio es reciclable. O dicho de otra manera, si se recicla el combustible usado, se reduce el volumen del desperdicio a solamente un 4%, con la ventaja añadida de su estabilidad, menor radiotoxicidad a largo plazo, y no contener material fisible. Además, se genera un nuevo combustible (reciclado) para utilizar otra vez en elreactor y producir más electricidad, sin tener que extraer otro kilo de uranio de una mina (hablando con mayor precisión, el combustible reciclado permite ahorrar hasta un 25% de uranio natural).

Así, ¿por qué se argumenta que el gran problema de la energía nuclear, que justifica su abandono, su "gran culpa", es este combustible usado, calificado de "residuo", cuando debería, por el contrario, verse como una gran ventaja? El hecho de poder reciclar el combustible usado para su (re)uso en el futuro es una opción que hoy no existe con respecto a otras fuentes de energía. Uno de los retos más importantes para la energía del carbón, por ejemplo, es el desarrollo de una tecnología que permita aislar el CO2 emitido por ese combustible, capturarlo, y enterrarlo. Pero esa opción, por la que hemos también de apostar y que justifica un importante esfuerzo de inversión en I+D, está todavía en una fase experimental incipiente, con un debate tecnológico y económico sin resolver sobre cómo y dónde sepultar el CO2, determinar cuál es su valor y utilizarlo.

La explicación de este planteamiento adverso a reciclar el combustible nuclear usado ha de buscarse en los años setenta, cuando el Gobierno americano promovió la creación de un repositorio definitivo (en el desierto de Nevada: Yucca Mountain), al que se trasladaría el combustible usado de las centrales nucleares del país, evitando así su comercio, y solucionando de manera drástica toda cuestión relacionada con el riesgo de proliferación (esto es, desvirtuar una tecnología civil para obtener material fisible de uso militar). A día de hoy, sin embargo, Yucca Mountain no ha visto ni un kilo de residuos, mientras la mayoría de los americanos (de acuerdo con las encuestas), y el nuevo Gobierno de Obama, consideran que el almacenamiento definitivo no es la mejor solución para América, y empieza a abrirse camino la idea de reciclar, de reciclar hoy.

La situación sobre el terreno es, así, similar a la española. En términos generales, los dos países han emprendido ambiciosas políticas de fomento de las energías renovables -en particular eólica y solar-. Allí, como aquí, el 20% de la electricidad consumida es de origen nuclear, y en ambos la nuclear es la fuente principal de electricidad que no emite CO2. En lo que hace al ciclo, las empresas eléctricas americanas siguen almacenando el combustible usado en piscinas dentro del perímetro de las centrales y, cuando éstas ya no admiten más depósitos, en contenedores "secos" en el mismo recinto. Las piscinas se construyeron con la idea de que las plantas operarían durante 40 años, mientras que casi todas tienen, o han solicitado con perspectiva clara de obtenerlos, permisos para seguir operando 20 años más. Esta prolongación de su "vida útil" es, sin duda, el reconocimiento práctico de su eficiencia técnica, pero sobre todo, económica y medioambiental, ya que con el capital de instalación amortizado, el megavatio nuclear es el más rentable de todas las fuentes eléctricas térmicas; y los megavatios nucleares también son los que más contribuyen a la energía sin CO2.

En paralelo a este estado de opinión en plena evolución en EE UU, franceses, japoneses, ingleses, holandeses, entre otros, han comprendido que el combustible nuclear usado es una fuente de energía limpia, y no un "material inservible", y lo reciclan. Reciclan hoy, sin esperar a tecnologías futuras que los pronósticos más favorables no prevén en funcionamiento antes de 20 años. Reciclan hoy, porque es una solución económicamente competitiva, favorable al medio ambiente y responsable respecto de nuestros hijos. Y no orillan las cuestiones relacionadas con el riesgo de proliferación, sino que las abordan con protocolos de seguridad similares a los comúnmente aceptados respecto del proceso de enriquecimiento del uranio en la fabricación de combustible "nuevo" a partir de uranio natural (en la polémica con Irán respecto de sus fines "proliferantes", la tecnología analizada es precisamente ésta).

Hoy, a los españoles, sin olvidar la seguridad, nos importan muchísimo (y al mismo tiempo) la economía (la competitividad de nuestras empresas) y el cambio climático, así como las políticas de desarrollo. Por ello, somos cada vez más numerosos quienes nos hemos replanteado el valor de la energía nuclear en general y, en particular, que contrariamente a las ideas recibidas, el reciclaje del combustible usado es una solución tecnológica, económica y medioambiental que echa por tierra el argumento frecuentemente esgrimido para descartar la viabilidad de la energía nuclear.

Ana Palacio, ex ministra de Asuntos Exteriores, es en la actualidad vicepresidenta del grupo francés de energía nuclear Areva.

sábado, 21 de marzo de 2009

LA CIENCIA EN LA PRENSA (7).jlpm

REPORTAJE

La fusión de mente y máquina está aquí

Los implantes tecnológicos ya ayudan a paralíticos y sordos - La posibilidad de que puedan ampliar en el futuro la capacidad cerebral reabre el debate ético

JAVIER SAMPEDRO 26/02/2009

Si la historia universal o la mecánica cuántica ya cabe en un pen drive, ¿por qué no podemos enchufarnos el pen drive directamente al cerebro? Así podríamos adquirir esos conocimientos de forma instantánea. Con conexiones directas similares, quizá podríamos insertarnos una especie de Google en la cabeza para buscar en nuestra memoria, o ampliar nuestra inteligencia acoplándola a las modernas redes neurales y demás programas que aprenden de la experiencia.

Pequeños aparatos injertados pueden activar el nervio auditivo o el óptico
La estimulación del cerebro se ha usado en 30.000 pacientes de párkinson
La neurociencia y la miniaturización son una gran promesa contra la parálisis
La mejora de la mente por estas vías exigiría experimentar con personas sanas

Esos casos concretos de interfase mente/máquina pertenecen aún al campo de la ciencia-ficción. Pero hay otros que caminan entre nosotros, y que ya sirven para examinar muchos de los problemas -técnicos y éticos- que previsiblemente se derivarán del desarrollo futuro de estas técnicas. Jens Clausen, del Instituto de Ética e Historia de la Medicina de la Universidad de Tübingen, analiza hoy la cuestión en Nature y atendió ayer las preguntas de este diario.

"Discutir el acoplamiento entre mente y máquina es tan viejo como la película Metrópolis", dice Clausen. "Lo que es nuevo es que la conexión de un cerebro humano a un ordenador mediante microelectrodos implantables es ahora una opción científica real".

La forma más extendida de estas interfases directas son los implantes cocleares en el oído interno, que se usan para ayudar a las personas sordas. Un micrófono recoge los sonidos y los envía a un pequeño ordenador, que contiene un sistema procesador del habla. La señal procesada se manda a un receptor en la cóclea, en el oído interno, que estimula directamente las neuronas del nervio auditivo que se comunican con el cerebro.

Si eso no parece todavía una interfase mente/máquina, lo empezará a parecer dentro de poco. "Las personas que tienen el nervio auditivo dañado no pueden beneficiarse de este sistema", dice Clausen, "y ya han entrado en ensayos clínicos unos dispositivos similares que, en vez de en la cóclea, se implantan directamente en las áreas acústicamente relevantes del cerebro". En el fondo, la diferencia son unos pocos centímetros.

Otro caso son los implantes de paneles de microelectrodos en la retina de los ciegos. Los sistemas que se han probado tienen una resolución muy parcial, pero aun así les bastan a los pacientes para evitar la rama de un árbol cuando van por la calle, por ejemplo, y también para distinguir entre un plato o una taza, o para saber hacia dónde se están moviendo los objetos que tienen delante.

Estos electrodos suelen recibir las señales, de modo inalámbrico, desde unas cámaras acopladas a las gafas, y luego las transmiten directamente a las neuronas del nervio óptico. Desde allí llegan al córtex visual primario, situado junto a la nuca. Su principal objetivo han sido hasta ahora los pacientes de retinitis pigmentosa, un conjunto de enfermedades congénitas que causan ceguera mediante la degeneración de las células fotorreceptoras de la retina.

Pero, al igual que con los implantes cocleares, los científicos ya están ensayando versiones que se conectan directamente a las áreas visuales del córtex cerebral. Sólo estas variantes podrán ayudar a las personas que, a diferencia de los pacientes de retinitis pigmentosa, tengan dañado el propio nervio óptico.

La estimulación profunda del cerebro (deep brain stimulation, DBS) se ha usado ya en unos 30.000 pacientes de párkinson en el mundo. Un pequeño ordenador subcutáneo manda señales eléctricas a unos electrodos implantados profundamente en el cerebro, para estimular los núcleos subtalámicos afectados por el párkinson.

La técnica se está empezando a extender a las fases más tempranas del párkinson, y sus variantes se están examinando para el tratamiento de otras enfermedades neurológicas.

Quizá las aplicaciones que más se acercan al futuro son las que permiten a un animal de experimentación -y ocasionalmente a un voluntario humano- mover objetos, miembros mecánicos o el cursor de un ordenador con la mente: es decir, con sólo pensar, o imaginar alguna acción dentro de su cabeza.

En humanos se ha probado con técnicas no invasivas, como un casco electroencefalográfico que recoja las grandes ondas cerebrales, pero la precisión que se logra es mucho mayor con electrodos implantados en el cerebro.

La implantación de electrodos en las áreas motoras del córtex (las que normalmente dirigen los movimientos del cuerpo) lleva tiempo ensayándose en macacos, e incluso en pacientes humanos paralizados. En algunos experimentos avanzados con monos, los movimientos son casi tan rápidos y precisos como los de un brazo normal.

Un aspecto importante de estas últimas investigaciones es que las neuronas exactas pinchadas por los electrodos (entre 18 y 64, según el experimento) se seleccionan al azar. Ello implica que, si el experimento funciona, no es porque los científicos hayan logrado conectar a un ordenador el circuito neuronal exacto que normalmente dirige esos movimientos (que, entre otras cosas, no se conoce, y probablemente incluye a varios millones de neuronas, no a 18). Simplemente, el mono aprende a modular la actividad de las 18 neuronas que le han pinchado más o menos al azar.

"Los avances recientes en neurociencias, junto a la progresiva miniaturización de los sistemas electrónicos, están haciendo posible la conexión de componentes técnicos a las estructuras cerebrales", dice Clausen. "Es una gran promesa para la gente paralizada, porque plantea la posibilidad de puentear la lesión neurológica, donde la transmisión de las señales del cerebro a los músculos se interrumpe".

La idea por el momento es que las señales cerebrales se puedan usar para mover piernas o brazos mecánicos. Pero el científico de Tübingen no descarta la posibilidad de que, "algún día, en el futuro, estos avances puedan restaurar el control motor de los propios miembros naturales".
Nadie plantea objeciones éticas a la conexión entre cerebro y máquina si lo que se pretende es tratar una enfermedad, o mejorar las condiciones de vida de las personas ciegas, sordas o paralizadas por un accidente. Cuestión distinta es aplicar estas técnicas a la mejora de las capacidades naturales de la mente humana, como en los ejemplos futuristas del primer párrafo.
Un primer problema, por trivial que parezca, es que sería preciso experimentar con personas sanas. Esto es común en los ensayos clínicos de fase 1 (donde no se pone a prueba la eficacia de un fármaco, sino su seguridad), pero los riesgos de algunas intervenciones cerebrales son demasiado altos para justificar su uso en un voluntario sano, al menos en la actualidad.

Además, como estas tecnologías son bastante novedosas, sus efectos a largo plazo son una incógnita. El riesgo de sufrir un daño cerebral causado por la intervención quirúrgica no compensaría los beneficios hipotéticos que podría sacar una persona sana de una investigación de este tipo.

"Utilizar una técnica con el propósito explícito de mejorar las cualidades humanas conlleva mayores exigencias de seguridad que su aplicación médica", explica Clausen. "En el segundo caso, los riesgos se aceptan a cambio de mejorar la salud, o incluso de salvar la vida; pero esos mismos riesgos serían inaceptables en el primer supuesto".

En los dispositivos controlados por el cerebro -como las actuales prótesis mecánicas-, las señales emitidas por las neuronas deben ser interpretadas, o descodificadas, por un ordenador antes de poder ser leídas por el miembro artificial. La función del ordenador es predecir los movimientos que el usuario quiere ejecutar. Y todo sistema de predicción tiene sus fallos.

"Eso conducirá a situaciones peligrosas, o como mínimo embarazosas", prevé el científico alemán. "¿Quién es responsable de un acto involuntario? ¿Ha sido culpa del ordenador o del cerebro? ¿Necesitará el usuario un carné de conducir y un seguro obligatorio para manejar una prótesis?".
Estos problemas son, en realidad, similares a los que se plantea la industria del automóvil respecto a los dispositivos automáticos de conducción. También recuerdan a las discusiones jurídicas suscitadas por la genética y las neurociencias. Pero los intentos de adjudicar la responsabilidad penal por un comportamiento delictivo a los genes del acusado, o a sus circuitos cerebrales, no han tenido éxito en ningún tribunal.

"Los humanos suelen manejar herramientas tan peligrosas e impredecibles como los coches y las pistolas", dice Clausen. "La interfase entre cerebro y máquina es un caso altamente sofisticado de uso de herramientas, pero no deja de ser un caso. A los ojos de la ley, la responsabilidad no debería ser mucho más difícil de esclarecer".

Otro campo de preocupación es que las máquinas puedan cambiar el cerebro. Por ejemplo, aunque la estimulación con electrodos ayuda a pacientes de párkinson que no responden a los tratamientos farmacológicos, también presenta una incidencia mayor de efectos secundarios psiquiátricos, cambios de personalidad y suicidios.

Pero tampoco esto es una peculiaridad de estas tecnologías. En 2004, por ejemplo, la Agencia Norteamericana del Medicamento (FDA) hizo que los prospectos de algunos antidepresivos hicieran constar cierto aumento del riesgo de suicidio en adolescentes y en las primeras fases del tratamiento, asociado al uso de estos fármacos. Lo usual en estos casos no es renunciar a los tratamientos, sino sopesar los riesgos y beneficios, informar, prevenir y respetar las decisiones autónomas que toma el paciente.

Hay otras fuentes de conflicto ético que resultan más inesperadas, como el de las personas de la comunidad sorda que rechazan los trasplantes de cóclea. Estas personas no ven la sordera como una discapacidad, sino como una especie de "identidad cultural". Para ellos, por lo tanto, los implantes son un caso de tecnología al servicio de la mejora de las cualidades humanas naturales.
Un caso extremo de ese concepto del mundo saltó a la luz en 2006, cuando Sharon Duchesnau y Candace McCullough, dos mujeres homosexuales y sordas de nacimiento, seleccionaron el semen de un donante sordo para que sus hijos lo fueran también, aduciendo que la sordera es sólo una forma distinta de normalidad.

El filósofo Peter Singer comentó sobre aquel caso: "Los adultos pueden, si ése es su deseo, optar por taparse los oídos y utilizar el lenguaje de signos, pero esas madres están eligiendo deliberadamente reducir unas posibilidades que estarían abiertas a sus hijos". Y añadía: "Han privado a sus hijos de una capacidad, la de oír, que casi todo el mundo valora. Ellas aducen que la sordera es sólo una forma distinta de normalidad, pero decir que la capacidad de oír es neutral parece equivocado, puesto que es mejor tener más sentidos que vivir sin ellos. Sin ese sentido, no podemos oír cantar a los pájaros en el bosque, ni la música de Beethoven, ni un grito avisándonos de un peligro".

La polémica sobre aquella sorprendente decisión de la pareja desencadenó un debate ético en todo el mundo que todavía parece estar muy lejos de finalizar.

¿Cuál es la diferencia?

La distinción entre tratar enfermedades y mejorar las cualidades naturales del ser humano no es ninguna peculiaridad de los dispositivos que conectan las mentes y las máquinas. Y lo borroso de esa frontera tampoco. Los defensores de la mejora de cualidades (por oposición al mero tratamiento de enfermedades) se centran en argumentos como el carácter abierto del ser humano, y el poder de la creatividad para transformar continuamente la naturaleza de la persona y del mundo. La mejora no es sólo éticamente permisible, afirma uno de ellos, John Harris, sino un imperativo moral.

La otra corriente ética pone el énfasis en que la vida es un don, y necesitamos aprender a dejar que las cosas sean como son, en palabras del analista Eric Parens. Sentándonos a horcajadas sobre el mundo y erigiéndonos en señores de nuestra propia naturaleza, escribe un exponente de esta corriente, Michael Sandel, enturbiamos nuestra visión de la vida como un don, y nos quedamos sin nada que presentar como nuestra propia voluntad.

Pero echar una partida a un juego de ordenador con el joystick parece moralmente idéntico a echarla por control cerebral, opina Jens Clausen. Incluso en el caso de dispositivos mucho más avanzados, seguiría sin suponer ninguna diferencia moral el que se dirijan con un miembro natural o con una interfaz mente / máquina. Todos son ejemplos de uso de herramientas.

Otra cuestión son las aplicaciones, por el momento de ciencia-ficción, que pudieran reformatear el cerebro humano y alterar directamente la consciencia, implantar chips de memoria o añadir capacidades cognitivas insólitas sin más que descargarlas en el usuario. Para mucha gente, admite Clausen, esto cruzaría la línea del respeto a la vida como algo que ha sido dado, y vería lo humano como algo que puede alterarse sin más que cambiar el software.

Pero el científico ve muchas posibilidades antes de llegar a esos extremos, entre ellas, muchas que pueden mejorar las funciones cerebrales sin una razón médica para ello.

Ahora pueden ser demasiado arriesgadas para compensar los beneficios, pero las técnicas se irán volviendo más seguras, y en no mucho tiempo.

LA CIENCIA EN LA PRENSA (6).jlpm

REPORTAJE: ¿EL ELIXIR DE LA JUVENTUD?

La fórmula de la juventud

La ciencia del envejecimiento halla el nexo entre la dieta, la salud
y la longevidad. Se llaman sirtuinas y han entrado ya en fase de ensayo clínico

JAVIER SAMPEDRO EL PAÍS, 15/03/2009

Nadie sabe muy bien lo que podría pasar si la población empezara de pronto a vivir 100 años, y en unas buenas condiciones físicas y mentales. Pero ese elixir de la juventud es lo que persigue, en último término, una línea de investigación muy seria, que abarca 800 millones de años de evolución biológica y ha atraído 1.000 millones de dólares de la gran industria farmacéutica.

La principal sirtuina extiende la vida de hongos, gusanos, moscas y ratones hasta un 50%
"Sabemos por estudios en animales que la restricción de calorías aumenta tanto la vida media como la vida máxima"

El componente beneficioso del vino tinto -el resveratrol- es un activador natural de las sirtuinas
Un elixir de la juventud promueve más escepticismo aún que un crecepelo. Aparte de resultar demasiado complejo para reducirlo a una fórmula, el envejecimiento parece estar imbricado en la naturaleza más elemental de las cosas: estamos hechos de materiales, y todos los materiales se estropean con el tiempo. Parece obvio.

Pero no lo es tanto. Los materiales de los que estamos hechos las personas -proteínas, ADN, grasas, azúcares- son los mismos en un búho, que puede vivir hasta 65 años, en un mono (50 años), un león (40), un delfín (30), un caracol (15), un ratón (4) o una mosca, que se muere de vieja a las seis semanas de nacer. También son los mismos en una ostra de 100 años y en una tortuga de 200. La longevidad es un producto de la evolución, no de la fatalidad.

La investigación del envejecimiento ha seguido en la última década varias pistas inconexas. Una es el potente efecto de la restricción calórica en la longevidad de todas las especies en que se ha probado; otra es el rastreo de los genes que más pesan en la esperanza de vida de los individuos. Y otra es que las grandes causas de mortalidad en la edad avanzada -diabetes, corazón y cáncer- parecen cada vez más inseparables de la biología de la senescencia en su lógica más profunda.
Pero los científicos se han dado cuenta ahora de que las tres pistas convergen en el mismo lugar. El nexo tiene relación con unas proteínas llamadas sirtuinas. El componente beneficioso del vino tinto -el resveratrol- es un activador natural de las sirtuinas y ha inspirado una nueva generación de moléculas hasta mil veces más potentes que el compuesto original, algunas ya en ensayos clínicos de fase 2. Se llaman "activadores de las sirtuinas". ¿Pueden ser el primer elixir de la juventud?

"Glaxo Smith Kline ha invertido cerca de mil millones de dólares en activadores de las sirtuinas", explica a EL PAÍS el codirector del laboratorio de biología molecular del envejecimiento de la Universidad de Harvard, David Sinclair. "Su intención es desarrollarlos como fármacos contra enfermedades asociadas al envejecimiento, como la diabetes y otros desórdenes metabólicos, lo que a su vez prevendrá a los pacientes contra muchas otras enfermedades: trastornos cardiovasculares, cáncer, Alzheimer e incluso las cataratas y la osteoporosis".

"Pero esta tecnología no mejora la salud sin extender la longevidad", prosigue Sinclair. "Lo uno se basa en lo otro; si estas moléculas funcionan en los ensayos clínicos, la gente vivirá unas vidas más largas y saludables". Sinclair, que ha publicado varios trabajos esenciales sobre las sirtuinas en Nature, Science y Cell, es asesor científico de Sirtris Pharmaceuticals, fundada en 2004, dedicada por entero a estos compuestos y adquirida el año pasado por Glaxo.

La esperanza media de vida en los países desarrollados se ha duplicado en los últimos 100 años -rondaba los 45 años al empezar el siglo XX- debido a las vacunas, a los antibióticos y al saneamiento de las aguas. El fenómeno refleja la victoria de la medicina occidental sobre la enfermedad infecciosa, un avance que todavía está por llegar a los países en desarrollo. Y también muestra que lo característico de la especie humana no es la vida media, sino otro parámetro.

Siempre ha habido unas pocas personas muy longevas. Demócrito, el más influyente filósofo presocrático y autor de la primera teoría atómica, murió en el año 370 antes de Cristo -casi en tiempos de Aristóteles- habiendo cumplido los 109 años. Así lo hizo constar, maravillado, el astrónomo Hiparco de Nicea, una fuente científica al fin y al cabo. Sin abandonar el bien documentado territorio de los pensadores antiguos, también consta que Jenófanes, Pirrón y Eratóstenes frisaron la centena.

En 1990, centenario de la muerte de Vincent van Gogh, los periodistas empezaron a llegar en tromba a Arles, la tranquila ciudad de la Costa Azul donde el genio pelirrojo encontró su estilo pictórico. La prensa se enteró pronto de que aún quedaba viva una mujer que había conocido al pintor. Se llamaba Jeanne Calment. Había nacido en 1875 y tenía, por tanto, 13 años cuando Van Gogh pintó la terraza del café de Arles y su famoso cuadro del dormitorio.

La mujer contó a los periodistas que su hija había muerto de forma algo prematura en 1936. El marido hizo lo propio en 1942, cuatro años antes de que pudieran celebrar las bodas de oro, y su único nieto falleció en 1963. Ella todavía fumaba en el centenario del pintor, y lo seguiría haciendo unos cuantos años más.

Se supo después que, en 1965, la señora Calment le había cedido su apartamento a un abogado a cambio de una pensión vitalicia. Ella tenía entonces 90 años, así que el hombre pensó que hacía un buen negocio. Pero el abogado llevaba dos años muerto y había pagado el piso tres veces cuando Jeanne Calment expiró en 1997, a la edad de 122 años, 5 meses y 14 días. Es la marca absoluta de nuestra especie: la vida máxima del ser humano.

A diferencia de la vida media, que se ha duplicado en Occidente en cuestión de un siglo, la vida máxima sí que parece una constante biológica. Las personas que superan los 110 años son tan objeto de admiración en nuestros días como lo eran en tiempos de Hiparco de Nicea. El Instituto Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos estima que, de los 6.800 millones de habitantes del planeta, "quizá no más de 25 personas superen ahora mismo los 110 años".

Los genes importan. Algunos ancestros de Jeanne Calment eran recordados en Arles por su longevidad. No hay duda de que vivir muchos años es un rasgo que tiende a agruparse en familias. Según el New England Centenarian Study de la Universidad de Boston, el mayor en su género, los hermanos de un centenario tienen el cuádruple de probabilidades de superar los 90 años que la media de la población.

El efecto de los genes en el envejecimiento es una vieja predicción de la teoría evolutiva. El genetista británico John Haldane lo propuso en los años cuarenta para explicar que enfermedades neurodegenerativas como el Huntington, que es estrictamente hereditaria, se hubieran mantenido en la población humana pese a su letalidad.

Como el Huntington se manifiesta después de los 40 años, razonó Haldane, y en la antigüedad poca gente llegaba a esa edad, la mutación letal del gen había pasado inadvertida para la selección natural. El argumento de Haldane se puede generalizar a otros genes menos deterministas, como los que favorecen el cáncer, la diabetes o el infarto: las enfermedades de la edad.

Uno de los genes del envejecimiento mejor conocidos en todo el reino animal se llama FOXO, y también es el principal determinante genético de la longevidad humana. Varios trabajos recientes han revelado una fuerte correlación entre las variantes del gen FOXO y la edad que alcanza una persona. Y también con su riesgo de cáncer, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Según se ha comprobado en estudios entre alemanes, franceses y japoneses, cierta variante concreta del gen es bastante común en los nonagenarios, y aún más común en los centenarios. Nadie sabe qué variante llevaba la señora Calment.

Sin embargo, hay una forma bien conocida de violar el techo biológico de las especies. Su descubrimiento se remonta a los años treinta y se debe a un profesor de ganadería: Clive McCay, de la Universidad de Cornell. McCay sometió a sus ratas a una dieta baja en calorías, como habían hecho otros, pero fue el primero en añadir vitaminas y minerales al escaso pienso para evitar la desnutrición. Vio que los animales vivían cuatro años en vez de los tres normales, y publicó sus datos en 1935.

Pero las pruebas de la generalidad de esta técnica sólo se han ido acumulando en los últimos años. Reducir la ingesta de comida en un 30% o 40% prolonga la vida de las levaduras, los gusanos, las moscas, las ratas, los ratones y los perros. Y también previene de las dolencias propias de la edad avanzada en todas las especies, como las enfermedades neurodegenerativas, el cáncer y la diabetes, que a su vez es la principal causa del daño vascular y el infarto.

El efecto beneficioso de la restricción calórica se ha atribuido por lo general a que "vivir mata". Por ejemplo, comer acelera el metabolismo (la cocina de la célula), y esa mayor actividad genera "radicales libres", o especies químicas muy reactivas que van dañando las maquinarias fisiológicas. Menos comida implicaría menos metabolismo, menos radicales libres y menos envejecimiento. Pero esa idea ha resultado demasiado simple.

El antiguo jefe de Sinclair, el biólogo del Massachusetts Institute of Technology (MIT) Leonard Guarente, descubrió hace 10 años que la activación de la principal sirtuina, SIRT1, bastaba para prolongar la vida de la levadura de la cerveza, un hongo capaz de envejecer pese a su naturaleza unicelular. Otros laboratorios han visto después que las copias extra del gen SIRT1 tienen el mismo efecto en gusanos, moscas y ratones, extendiendo su vida hasta un 50%. Que un solo gen aumente la longevidad en organismos tan separados es la clase de evidencia que apunta a un regulador clave del proceso.

Guarente y Sinclair vieron que SIRT1 es una proteína capaz de modificar a muchas otras proteínas, y que lo hace en respuesta al indicador universal del estado energético de toda célula: un derivado de la vitamina B3 llamado NAD. Eso les indicó que SIRT1 podía ser el buscado nexo entre los genes de la longevidad y los, hasta entonces, misteriosos efectos de la restricción calórica.

La hipótesis recibió un respaldo decisivo cuando Pere Puigserver, del instituto del cáncer Dana-Farber, en la Universidad de Harvard, demostró que la restricción calórica eleva los niveles de NAD en el hígado de los mamíferos, lo que a su vez estimula la actividad de SIRT1. Pero ¿a qué se debe esta íntima conexión entre la longevidad y la escasez de comida?

"La única causa que puede explicar ese conservado proceso evolutivo del envejecimiento es que esté controlado por un programa genético", responde Puigserver a EL PAÍS. "La misma explicación se puede dar a los efectos universales de la restricción calórica sobre la longevidad, porque la escasez de nutrientes controla la actividad de esos mismos genes conservados".
"Los nutrientes son una señal muy primitiva", prosigue el investigador español, "que en los animales se ha conectado con las hormonas que controlan el metabolismo, como la insulina. Ahora bien, la pregunta clave es cuántos genes están implicados, cómo funcionan y qué proceso celular es el determinante".

"Las sirtuinas son genes de la supervivencia", añade por su parte Sinclair. "Evolucionaron para mantener vivos a los organismos en los tiempos adversos. Cuando la comida escasea, SIRT1 se enciende, y creemos que esto es lo que permite a los animales sometidos a una dieta estricta vivir más de lo normal y con una salud mejor de lo normal. Ya sabemos por estudios con ratones que los activadores de SIRT1, o stacs, confieren los mismos beneficios que una dieta hipocalórica".

En noviembre, un equipo dirigido por Johan Auwerx, de la Ecole Polytechnique Fédérale de Lausana, mostró que uno de esos activadores, SRT1720, imitaba en pruebas con ratones todos los efectos beneficiosos de una dieta baja en calorías. El fármaco experimental previno por completo el engorde de los ratones tras 10 semanas de dieta rica en grasas, además de evitar que desarrollaran resistencia a la insulina: el umbral de la diabetes y el daño cardiovascular.
Uno de los autores del trabajo es Carles Canto, del laboratorio de Auwerx en Lausana. "SIRT1 constituye una diana tremendamente atractiva para la industria farmacológica", dice el científico. "La activación de SIRT1 parece promover acciones antiinflamatorias y una mejora metabólica global en situaciones de obesidad e intolerancia a la glucosa. Pero sus efectos sobre la longevidad no están tan claros en mamíferos".

Puigserver coincide con esa apreciación: "Aunque en organismos inferiores se ha demostrado que los activadores de SIRT1 extienden la vida, sus efectos en mamíferos parecen estar más ligados a la protección contra las enfermedades relacionadas con el envejecimiento, como la diabetes, el cáncer y la neurodegeneración; de modo que afectan al tiempo de vida, pero de una manera más indirecta".

Si las nuevas moléculas están basadas en el resveratrol del vino tinto, ¿qué se puede decir sobre el compuesto original? "Los estudios con resveratrol son prometedores en cuanto a su posible uso terapéutico", responde Canto. "Pero las concentraciones de resveratrol en el estudio de nuestro laboratorio equivalen a unos 300 vasos de vino diarios, lo que estaría muy lejos de resultar beneficioso para la salud".

Mientras llegan los avances farmacológicos, siempre queda la opción con mejores credenciales entre todos los expertos. "Lógicamente, no existe la vida eterna", dice Canto, "pero sabemos por los estudios en animales que la restricción calórica permite aumentar tanto la vida media como la vida máxima, el techo biológico máximo de cada especie".

"La restricción calórica está comprobada en muchas especies, y hay ciertos indicios en humanos", añade Puigserver. "Hay otros regímenes que -al menos en ratones- parecen tener una eficacia parecida, como las dietas deficientes en metionina o el ayuno intermitente".
Comer un día sí y otro no: eso sí que es una larga vida.

La verdera edad de los centenarios

Según el mito fundacional, Juan Ponce de León descubrió Florida mientras estaba buscando "la fuente de la juventud", un manantial de aguas curativas que, al parecer, el conquistador castellano esperaba descubrir en el Nuevo Mundo. Las fuentes rejuvenecedoras ya habían sido mencionadas incluso en el Romance de Alexandre, donde se glosaban las hazañas de Alejandro Magno, y hasta Herodoto atribuía la excepcional longevidad de los etíopes a unas aguas que bebían a escondidas.

"No hay materia tan cubierta de engaño, falsedad y fraude deliberado como los extremos de la longevidad humana", solían advertir las ediciones antiguas del Libro Guinness de los récords. Los editores estaban hartos de publicar falsos récords de edad. Pero siempre ha sido así. El adivino griego Tiresias alcanzó los 600 años, aunque esto es fácil siendo un personaje mitológico. Adán, con sólo 930 años, se vio humillado por los 969 de Matusalén. Aún antes, un rey sumerio dijo haber cumplido los 72.000 años.

Con el envejecimiento de la población y el aumento de los estudios gerontológicos, los registros documentales se han puesto mucho más serios. Y la realidad es que sólo hay 70 casos demostrados en la historia de personas que hayan alcanzado los 114 años. De ellos, sólo 25 alcanzaron los 115 años, y sólo 10 llegaron a los 116. La única persona que, demostradamente, ha pasado la barrera de los 120 es Jeanne Calment.

La esperanza media de vida sigue aumentando actualmente en los países occidentales a un ritmo de unos dos años por década. La principal razón son los avances en el tratamiento del infarto. Estas técnicas son muy costosas, y también imperfectas, porque no suelen devolver al paciente la calidad de vida que tenía antes del ataque. Para los especialistas se trata de una situación poco sostenible. Todos coinciden en que el futuro necesita un fuerte componente de medicina preventiva: evitar los infartos, por ejemplo, sería mucho más eficaz que curarlos.

La investigación de la longevidad está en esa línea. Lo estaría incluso si no alargara la vida y se limitara a mejorarla mientras dure. El centro lógico del envejecimiento lo es también del desorden metabólico, del sobrepeso, de la diabetes y, a través de ella, de los daños cardiovasculares y otros jinetes del apocalipsis. Abrir un nuevo flanco en estas servidumbres de la edad no es como descubrir Florida, pero no deja de ser una conquista.

martes, 3 de marzo de 2009

Maitasun postala.

Nola esan maite zaitudala?
Nola entzun zure bihotza?
Nola jakin maite nauzun?
Nola, nola, nola?
Ez dakit nola,
Ez dakit non,
Ez dakit zergatik,
baina asko maite zaitut.
Zergatik topatu eta ez hitz egin?
Zergatik agurtu eta ez besarkatu?
Zergatik, zergatik, zergatik...
ez musukatu?
Zure eskua eta nirea elkartzea nahi dut,
zure ilea eta nirea korapilatzea nahi dut,
zure begiak eta nireak begiratzea nahi dut...
eta zure ezpainak nire ezpainekin elkartzea nahi dut.
Zure begi politak,
zure ahots ederra,
zure ile itzela,
eta zure irribarre goxoa.
Izugarria zara, ederra eta munduko pertsonarik bikainena.
Nire buruan zaude,
nire begietan,
nire ezpainetan,
nire gorputzean eta nire
BIHOTZEAN.
Harrapatuta zaude,
ezin zaitut atera.
horregatik, hobe da,
zuk maite nauzula esatea.
Izugarri gutxi da
zenbat eta zenbat
maite zaitudan esateko!

domingo, 15 de febrero de 2009

LA CIENCIA EN LA PRENSA (5).jlpm

REPORTAJE
La chispa de Dios ¿Qué pasó al principio de todo?
LUIS MIGUEL ARIZA 15/02/2009

Viajemos al primer 0,000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000. 000.000.001 segundo del universo. A ese último resquicio donde algunos ven a Dios, y otros, como el acelerador de partículas del CERN, que se pondrá en marcha este año, persiguen leyes físicas.

La partícula de Dios es el título de un libro sobre cosmología que publicó el premio Nobel Leon Lederman en 1994. Se refiere al bosón de Higgs, en honor del físico escocés Peter Higgs, quien lo dedujo teóricamente en los años sesenta como el responsable de proporcionar la masa al resto de partículas. Surgió casi simultáneamente con el Big Bang, y es la partícula más pesada de todas las conocidas. Para los físicos, demostrar su existencia sería casi como encontrar el Santo Grial: sin ella, todo carecería de masa; no existiría la gravedad, galaxias, estrellas o planetas, ni la vida.

Usted no podría estar leyendo este artículo. Claro que Higgs podría haberse equivocado. Su bosón ha demostrado ser la bestia más escurridiza de la física. Durante décadas, los físicos han buscado su rastro en las colisiones que se producen en las tripas de los aceleradores de partículas. Ahora, con la puesta en marcha del Gran Colisionador de Hadrones del Laboratorio Europeo de Partículas (CERN), el más poderoso del mundo, contienen la respiración. Si el bosón aparece, el paso dado por la física sería casi tan trascendental como el calificativo de "divino".

"Espero que al final lo encuentren, ya que Peter tuvo esta idea maravillosa hace cuarenta años, y si sucede mientras vive, estoy seguro de que compartirá el Premio Nobel", explica el reverendo sir John Polkinghorne a El País Semanal desde su casa en Cambridge, al otro lado del teléfono.

¿Reverendo? Sí, y también caballero por la reina de Inglaterra. Es autor de más de 35 obras -la última es Questions of truth- que abordan la relación entre ciencia y religión, dos invenciones humanas tan irreconciliables como el agua y el aceite. De esa pasta está hecho Polkinghorne, que también es un físico de primera. Como profesor de física matemática de la Universidad de Cambridge, este afable británico de 78 años ha enseñado a premios Nobel como Brian Josephson o astrofísicos como Martin Rees, y ha trabajado con el Nobel Murray Gellman, aportando sus investigaciones fundamentales para descubrir el quark, el componente básico de la materia. Y, por supuesto, ha trabajado con Peter Higgs, un ateo convencido.

Cuando Lederman sacó su libro con este título, La partícula de Dios, al escocés no debió de sentarle muy bien. Por usar un término educado. "Creo que fue una tontería, aunque suele ocurrir que cuando los científicos escriben para el gran público y extraen la palabra Dios fuera del texto para colocarla en el título, eso les ayuda a vender más ejemplares", reconoce este reverendo anglicano.

Lederman quería titular su libro Aquella maldita partícula de Dios. "La llamó de esa manera porque nadie podía encontrar la maldita cosa", dice el físico británico Paul Davies, haciéndose eco de un rumor que corre entre sus colegas. En inglés, la palabra "maldita de Dios" (goddammed) tiene connotaciones religiosas. "El editor no estaba de acuerdo con un título blasfemo porque podía ofender la sensibilidad religiosa americana. Así que la cambió por Partícula de Dios (God particle)". Se cumplió además una regla no escrita, formulada por el astrónomo ya fallecido Fred Hoyle, por la que las palabras ingeniosas en cosmología se anclan en el imaginario colectivo como ganchos (a Hoyle se le recuerda por haber acuñado el término Big Bang en un comentario casi despectivo durante un programa de radio de la BBC en 1949, al tratar de explicar al público la teoría de la creación súbita del universo, en la que jamás creyó).

¿Es una cuestión meramente semántica, o esta "partícula de Dios" refleja algo más que un truco comercial? Los críticos aducen que se usa la ciencia para vender religión. Otros no han dudado en aprovecharse de la religión para vender ciencia. Cuando, en 1992, el físico George Smoot presentó al mundo el mapa de la radiación de microondas del universo cuando tenía 300.000 años de edad -el equivalente a presentar una fotografía de un embrión humano de diez horas-, sus palabras, recogidas en una conferencia de prensa, fueron: "Si eres religioso, es como si estuvieras viendo a Dios". El mapa de COBE (explorador de fondo cósmico) estaba construido como un conjunto de gránulos coloreados de materia, y surgieron en la prensa títulos como La huella dactilar de Dios. El propio Smoot, que compartió por ello el Nobel de Física en 2006, destaca en su biografía las reacciones de sus colegas al hallazgo. "Han encontrado el Santo Grial de la física", dijo Michael Turner, astrofísico de la Universidad de Chicago. "Es como el génesis", exclamó por su parte Stephen Maran, el editor de la prestigiosa enciclopedia Astronomy and Astrophysics.

Timothy Ferris, profesor emérito de periodismo científico de la Universidad de Berkeley y uno de los más reputados escritores científicos estadounidenses, se muestra reacio al debate: "No paso por discutir sobre estos temas en términos religiosos", responde por correo electrónico. "Estas discusiones sólo alimentan la ilusión generalizada de que las creencias religiosas te permiten entender mejor asuntos científicos, cuando no es el caso. También sugieren que la religión actúa como guía para la investigación que llevan los científicos, lo que depende de cada cual". Ferris cree que esta interferencia refuerza la idea de que "el origen del universo o de las leyes naturales no puede ser entendido sin el recurso de recurrir a un Dios. Y no es el caso. Todo lo contrario, si se invoca a Dios se están violando los principios científicos". Y concluye: "Si la religión tiene algo útil que ofrecer a la ciencia, desconozco lo que es".

Howard Haber, profesor del Instituto de Física de Partículas de la Universidad de California en Santa Cruz, lleva treinta años investigando la física del bosón de Higgs. "Creo que Leon Lederman, un físico muy reputado, introdujo el término 'partícula de Dios' presumiblemente para atraer la atención del público, pero nos hizo claramente un flaco favor", asegura. "Ningún científico serio usaría ese nombre en un artículo científico o en una conferencia. La ciencia y la religión son dos empresas humanas que están en esferas diferentes, y están fundadas bajo principios claramente distintos. Otros pueden no estar de acuerdo, pero yo creo que cualquier intento para mezclarlas termina en algo que no tiene sentido o que produce confusión".

A pesar de las críticas, la palabra Dios no es tabú: los más grandes la han usado abiertamente. Stephen Hawking, que ocupa la Silla Lucasiana como profesor de Matemáticas de la Universidad de Cambridge, manifestó en una visita reciente a España: "La ciencia no deja mucho espacio para los milagros o para Dios". En el pasado, cuando escribió su famosa obra Breve historia del tiempo, admitió que tenía el convencimiento de que "algún día conocería el rostro de Dios", y que estaba convencido de que la teoría de la totalidad (capaz de aunar todas las fuerzas conocidas que operan en el universo en una sola) se encontraría al finalizar el milenio. Ahora, Hawking es un poco más pesimista. Con bastante ironía, ha apostado poco más de cincuenta euros a que el LHC fracasará a la hora de encontrar el bosón de Higgs, dejando además un comentario no menos suculento. "Creo que será mucho más excitante si no lo encontramos. Significará que nos hemos equivocado en algo, y que tendremos que empezar de nuevo", indicó a la BBC.

Los científicos construyen los aceleradores como el LHC para estrellar partículas entre sí (en este caso, protones contra protones). La búsqueda del bosón de Higgs consistirá en examinar millones de datos y detectar si hay una fluctuación estadística que se salga de la media. Los físicos llorarán de alegría. "Yo creo que van a tener éxito, pero probablemente les va a llevar unos tres años para estar seguros", nos dice Paul Davies. La tarea es monstruosa: encontrarlo será como dar con un alfiler de un gramo en un pajar de 100 millones de toneladas métricas.

Davies dirige el centro Beyond de la Universidad Estatal de Arizona y también es un conocido divulgador de la ciencia. No ha dudado en abordar con valentía el término Dios en sus libros (su último título es The Goldilocks enigma, no publicado aún en español), mezclando física, teología y filosofía. Todo lo contrario que Steven Weinberg. El Nobel comentó recientemente a la revista Newsweek que la ciencia está arrinconando cada vez más a la religión y que por ello la necesidad de una explicación religiosa a la creación del universo se hace cada vez menos necesaria. Weinberg es un declarado ateo. Admite que tanto la ciencia como la religión son inventos humanos, pero que las sectas religiosas en Occidente están aprendiendo a dejar de explicar la naturaleza en términos religiosos, dejando la tarea a la ciencia. "Cuanto más sabemos del universo, menos signos vemos de un diseñador inteligente. Isaac Newton pensó que una explicación de cómo brillaba el Sol podría hacerse en términos de la acción de Dios. Pero ahora sabemos que el Sol brilla gracias al calor producido por la conversión de hidrógeno en helio. La gente que espera encontrar evidencias de la acción divina en la naturaleza, en el origen o en las leyes que gobiernan la materia se va a llevar una decepción".

Si el bosón de Higgs existe, nos dice Polkinghorne, podría haber surgido en una época tempranísima del universo, en un lapso tan corto que resulta inconcebible para la mente humana. "Probablemente hablamos de 10 elevado a menos 43 segundos después del Big Bang, de una manera tan increíblemente rápida que no se puede comprender". La cifra hay que escribirla entera en una línea entera, y el universo tendría por entonces 0,000.000.000.000.000. 000.000.000.000.000.000.000.000.001 segundos de edad.

Es la llamada era de Planck, el tiempo más breve concebible por la ciencia. "Y ya tienes que tener toda una clase de leyes de la naturaleza por debajo, para que exista la posibilidad de que la partícula aparezca en ese tiempo", recalca Polkinghorne.

Lawrence Krauss, físico y cosmólogo de la Universidad Estatal de Arizona, discrepa sobre la cronología. El bosón de Higgs lleva un "campo asociado", que pudo surgir más tarde. Las distintas partículas, de acuerdo con la teoría, nacieron sin masa, y la adquirieron al pasar a través de este "campo de Higgs". "Es como si tratases de empujar un coche por una carretera y de repente topas con el fango; se hace más difícil empujarlo. El campo de Higgs es como una especie de campo cósmico de barro. Creemos que este campo surgió por accidente cuando el universo tenía una millonésima de millonésima de segundo". En números, 10 elevado a menos doce segundos. El campo de Higgs aparece un poco más tarde, pero aun así extraordinariamente pronto. "No podemos recrear el universo cuando tenía 10 elevado a menos 43 segundos, pero sí cuando tenía una millonésima de millonésima de segundo". Es comprensible la excitación que rodea al LHC, que presumiblemente entrará en funcionamiento este verano.

Esas leyes naturales definen un universo que exhibe una sintonía extraordinaria. Las constantes de la naturaleza son muy precisas y exactas. La luz tiene una velocidad má­xima (300.000 kilómetros por segundo). El electrón, una masa y una carga establecida. Las leyes operan bajo esas constantes, y lo hacen por igual en el comedor o en su cocina que en la región más ecuatorial de la galaxia de Andrómeda. La gravedad es una atracción entre los cuerpos inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa, y no al cubo de la distancia, por ejemplo. ¿Es el universo en que vivimos producto del mero accidente?

Esta cuestión torturó al físico más grande de la historia, Albert Einstein, que llegó a afirmar que Dios "no juega a los dados con el universo". Einstein no creía en un Dios cristiano tradicional, ni tampoco aceptó que nuestro universo era el simple resultado de un accidente. Sin embargo, comentó que el aspecto "más incomprensible del universo es que es comprensible". Para Lawrence Krauss fue casi una declaración de fervor religioso. Lo cierto es que aquellos que le presentaron como un ateo convencido se equivocaron. "Lo que me diferencia de los llamados ateos es un sentimiento de absoluta humildad ante los inalcanzables secretos de la armonía del cosmos", dijo el gran sabio, según recoge la última biografía del escritor norteamericano Walter Isaacson. Los ateos fanáticos, explicó Einstein en una de sus cartas, "son como esclavos que todavía sienten el peso de sus cadenas cuando se han despojado de ellas tras una dura lucha. Son criaturas que, en su resentimiento contra la religión tradicional como opio de las masas, son incapaces de oír la música de las esferas".

Además de un prestigioso cosmólogo, Krauss es uno de los mejores escritores de best-seller sobre el universo (su último libro es Quintaessence, the mistery of the missing mass), y deplora usar el término Dios en sus obras. "Todo lo que sabemos del universo está constreñido en una región que ocupa el espacio de un solo átomo. ¡Es increíble!". El hecho de que las matemáticas sean el lenguaje de la naturaleza es uno de los hechos más sobresalientes e inexplicables". Y Krauss se hace la siguiente pregunta: ¿por qué somos capaces de describir el universo desde que tenía billonésimas de segundo y predecir su futuro usando las matemáticas? "No hay razón por la que el universo tenga que ser tan comprensible".

"Creo que las leyes de la física no son el resultado de un mero accidente, sino que son bastante especiales en su forma", responde por su parte Paul Davies, el director de Beyond. "El hecho de que la mente humana pueda entender la realidad profunda de la naturaleza y hacer que el mundo tenga sentido" es algo que también le inquieta. "¿Por qué podemos hacer eso? Nuestras mentes han sido moldeadas por la evolución para ayudarnos en nuestra supervivencia. ¿Qué tiene que ver eso con la física cuántica o los agujeros negros?".

Reacciones del tipo "es como mirar a Dios" o "estar delante del génesis" no implican necesariamente una confesión religiosa cuando uno está envuelto en asuntos de este calado. ¿Por qué se reacciona así? "La investigación científica es un trabajo duro", razona Polkinghorne. "Y la recompensa es a menudo en forma de maravilla, acerca del orden establecido en el mundo. Es algo que resulta profundamente satisfactorio desde el punto de vista intelectual". Pero la ciencia, de acuerdo con este físico y sacerdote, explica el proceso, "cómo ha ocurrido", pero no explica el "porqué".

De acuerdo con Polkinghorne, la ciencia no puede ir más allá. La belleza racional del universo es algo tan chocante que incita a buscar una explicación.

¿Experimentan los cosmólogos un sentimiento trascendente cuando investigan las etapas tempranas del universo? "Absolutamente", coincide Lawrence Krauss. "Estamos empezando a hacernos preguntas que jamás creíamos que pudiéramos responder. Es alucinante. Y muy inspirador. Muchos de mis estudiantes me abordan y me comentan: la creación según la Biblia es bastante aburrida". La historia real de cómo surgió el universo es una fuente de inspiración espiritual, "más fascinante de lo que nos imaginamos jamás".